raul2010

martes, noviembre 14, 2006

Prison Break: Bolshoi Booze


Bolshoi Booze (S02E11)
Capítulo (349 MB)
Subtítulos (39 KB)

If I surrender now, I lose everything I love

Me ha encantado. Grandes momentos, grandes avances, nuevas conexiones y, en definitiva, más leña que quemar durante los 11 capítulos que seguramente nos quedan por delante. Hemos llegado al ecuador de esta temporada con uno de los capítulos que más he disfrutado de la serie.

Pero sigamos una especie de orden. Scofield empieza el capítulo con un gran momento de debilidad. Hay que detenerse un momento y mirar las cosas con perspectiva. Tenemos a un protagonista que está haciendo todo lo que haga falta por salvar a su hermano. "Lo que haga falta" es muchas veces más de lo que cualquier espectador está dispuesto a tolerar, o eso creen los guionistas. Tras su burdo atraco al anciano tendero, revisa su historial de remordimientos:
  • el robo en el banco, que lo llevó a Fox River,
  • el asesinato del guarda durante el motín,
  • la muerte de Westmoreland,
  • el secuestro de la mujer que vivía justo encima del botín,
  • los reproches de Nika, que confesó que le quería,
  • la sobredosis de Sara tras su huida de la prisión y
  • la traición de la confianza que el alcaide Pope depositó en él.
Así que necesitamos que Scofield sufra por lo que hace, que muestre arrepentimiento. No hay mejor lugar para ello que la casa del Señor. Michael se justifica ante Dios; ante la audiencia: "si me rindo ahora, pierdo todo lo que amo". Con sus lágrimas, el personaje se redime ante nuestros ojos, aunque a Scofield le queda mucha culpa por expiar.

T-Bag lleva al límite de lo aceptable esa necesaria empatía entre espectador y protagonista. En su desesperación por escapar se deja atrás incluso su mano. ¡Dios, se la arranca literalmente! Ya resultaba excesivo tanto tiempo andando con esa mano cosida por un veterinario. Dado su aspecto y resistencia sobrehumana, no es de extrañar que T-Bag infunda tanto miedo en todo el mundo.

Al ex guardián Geary, como era de esperar, no le ha durado mucho el dinero. Puede que Bellick tenga problemas con la justicia por su muerte, porque lo más probable es que el fugado sureño se salga de rositas. Por cierto, se queda mirando una especie de cuenta en su último plano de hoy, con esa sonrisilla maliciosa. ¿Qué habrá visto?

Como curiosidad, una de las últimas cosas que hace Geary en este mundo es pedirle a las señoritas cierto servicio. "A Cleveland what?", dice una de ellas. Pues bien, créanme: no quieren saber qué es.

No nos olvidemos de Lincoln. Los tres Burrows nos descubren más cosas de la trama que hay tras todo este reguero de muertes: corporaciones todo-poderosas que manejan a la presidenta, grupos de disidentes que son perseguidos, infiltrados en ambos bandos y varias víctimas. Una de las víctimas es el propio Burrows, pero también la doctora Tancredi, que cobra ahora aún más importancia. Ya no es sólo una vía para alcanzar a Scofield, está en posesión del "legado" de su padre: algo que puede acabar con el poder corrupto y redimir (de nuevo la palabra) el sistema.

El malvado Bill Kim sigue apretando las tuercas de sus hombres. Por un lado, Mahone se reafirma en su necesidad de encontrar y asesinar a los fugados, cada vez más desesperado. Por otro, Kellerman ha recibido órdenes de acabar con Sara. Hay una escena muy significativa en la que Kellerman duda largamente sobre qué hacer. Quizás sea la clave del inicio del capítulo de la semana que viene, porque ¡menudo final pasado por agua!

Y volvamos con Scofield para acabar. Su encuentro en Bolshoi Booze era más complicado de lo que parecía. Desgraciadamente, los traficantes con los que había llegado a un acuerdo han querido asegurarse de la calidad de la mercancía. Resulta que el anciano de la tienda, que desencadenó esa crisis de arrepentimiento en Michael, le había engañado con el contenido de las ampollas. Ni siquiera era aceite para carretes de pesca, sino agua con azúcar. Más aprietos.

Pero ahí estaba un grandioso Fernando Sucre, descifrando quién sabe cómo su papel cuadriculado y llegando en el momento justo. En otra vuelta de tuerca sobre el tema del capítulo, Michael sólo consigue la vital información cuando actúa rectamente y salva a quien, de haber sido al revés, no habría pestañeado matándole.

Acabamos con una reunión esperada y un reconocimiento inesperado. El mayor de los Burrows no ve a su hijo pequeño desde que tenía 10 años pero, ¿qué recuerda Michael?

Un mar de incógnitas para la semana que viene. Esperamos un nuevo asalto con Mahone, veremos quien pierde más esta vez.

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